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viernes, 12 de agosto de 2016

Del Potro tiene una parada difícil pero si resuelve estará muy cerca de las medallas


Juegos Olímpicos

Enfrentará aproximadamente desde las 14 al español Bautista, quien le ganó en Australia en 2014.

 Del Potro, durante el partido ante Daniel por los octavos de final.





En una semana que está muy lejos de aquella semana de septiembre de 2012, en una ciudad que está a casi 2.000 kilómetros de esa ciudad en la que por última vez representó a Argentina como local y en un torneo que no tiene nada que ver con el resto de los torneos que se juegan durante todo el año en el circuito, un tenista renovó su romance con la gente y, es justo decirlo, ese combustible que recibe en cada presentación desde las tribunas del Parque Olímpico potencia a un nivel muy alto un juego que ya es extraordionario.

Para empezar a explicar lo que le está sucediendo a Juan Martín Del Potro en Río de Janeiro 2016 hay que partir primero de su nivel de tenis, de su confianza, de su combo de saque y drive que, cuando funciona, lo hace rendir a una altura muy alta como la que ofreció en su debut ante el serbio Novak Djokovic, el número 1 del mundo y máximo favorito a quedarse con la medalla de oro.
Pero para terminar de entender lo que está viviendo el tandilense en su segunda experiencia olímpica hay que recordar aquella serie por la Copa Davis ante República Checa en el Parque Roca cuando la gente no aceptó que no se presentara a jugar el domingo en el cuarto punto ante Tomas Berdych por una dolencia en su muñeca y los checos terminaran llevándose una victoria por 3-2. Aquel día, la gente lo silbó a Del Potro y la relación se rompió...

Pero hoy todo es diferente. El ciclotímico hincha argentino (el punto debería ser objeto de un análisis más profundo y este no es el espacio correcto para hacerlo) salió a exhibir en esta ciudad toda su euforia en todos los deportes y los triunfos de Del Potro lo maximizó.
 Nadie se acuerda de la Davis entonces ni de las discusiones con los dirigentes ni de las diferencias con Martín Jaite. Y Del Potro -inteligente- utiliza a ese público a su favor. Así había pasado en sus dos presentaciones anteriores frente a Djokovic y el portugués Sousa. Y así sucedió ayer en la cancha 2 contra Taro Daniel, la versión japonesa de Guillermo Coria pero con bastante menos talento que el ex top ten rufinense.

 Con todo el coraje, Del Potro sumó una nueva victoria

Porque Del Potro “jugó” con los hinchas en celeste y blanco para dar vuelta un partido que de ninguna manera podía perder por la diferencia de velocidad entre ambos jugadores. Pero que se le complicó al principio antes de terminar ganando por 6-7 (4-7), 6-1 y 6-2 para asegurarse el pasaje a los cuartos de final y un diploma.


Hoy desde las 14 tendrá un adversario mucho más complicado: el español Roberto Bautista Agut, un “todo terreno” ganador de dos títulos en la temporada en Auckland (cemento) y Sofía (sintética) y que lo venció la única vez que se enfrentaron hace dos años en la segunda ronda de Australia, será su último escollo antes de lanzarse definitivamente a la búsqueda de una medalla para sumarle la segunda a su carrera luego de aquel bronce obtenido en los Juegos de Londres 2012.

De aquel partido ante Bautista en 2014 quedan dos recuerdos nítidos: uno, que durante ese encuentro se agudizaron las molestias de Delpo en la muñeca izquierda y al poco tiempo comenzó su larga inactividad en el circuito; otro, la imagen de un rayo que cayó cerca del Melbourne Park poco antes del encuentro y que inquietó al tenista argentino, todavía golpeado por la noticia reciente de un suceso trágico en la playa de Villa Gesell durante una tormenta eléctrica.


Daniel (23 años, 117° en el ranking, sin títulos y con un wild card que le permitió jufar el torneo) arrancó con un plan muy preciso: volcar el juego sobre el revés de Del Potro.
 Y le dio resultado más allá de ese 3-1 del arranque y esa doble chance de quiebre que tuvo el ganador en el quinto game. Porque enseguida el tandilense apareció inseguro con ese golpe que casi siempre pegó con slice y su tenis terminó de complicarse al tiempo que su primer saque no funcionó. Muy estático, Del Potro quedaba a merced del revés paralelo de su adversario, quien primero recuperó el break y luiego aprpovechó dos errores en el tie break para llevarse el primer capítulo.

Pero en el segundo set salió a la cancha “enojado” Del Potro, como él mismo aseguró. Y de allí hasta el final lo pasó por arriba a Daniel. Fue un concierto de aces, saques ganadores y drives que resultaron verdaderas “bombas”. Del Potro le mostró al perdedor su repertorio de tenis poderoso y lúcido y ya no hubo más partido. O sí.

Porque el tandilense empezó a disfrutar con la gente, como a él más le gusta. No eran más de 150 los argentinos pero juntos se hicieron sentir como si el partido se jugara en cualquier cancha argentina al ritmo que Del Potro sumaba la diferencia y gritaba los “vamos” de cara a quienes siempre les pidió aliento.
Y ellos respondieron llevándolo para adelante hasta que finalizara su obra con un game fantástico: un ace, otro más, un saque ganador y un tercer y último ace le dieron la victoria para que la historia terminara con cientos de remeras por el aire y él mismo revoleara primero la toalla y luego su propia raqueta sobre sus hombros en un mediodía carioca que regaló una nueva historia. La historia de la reconciliación más esperada.

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