Un larguísimo sprint de un tallo de 1,90 contra unos rivales que parecían juveniles, una auténtica «delicatessen» para los amantes del atletismo.
Hace un año, en Pekín, llegaba con dudas, pero volvió a mostrar una superioridad pasmosa y se proclamó campeón del mundo en el Nido del Pájaro con un tiempo de 1:45.84. Nadie duda de que será una de las grandes estrellas en Río, por mucho que su disciplina no tenga el glamour de las pruebas de velocidad.
También campeón mundial en Daegu 2011, Rudisha, de 27 años, tuvo a quién parecerse desde pequeño. Su padre es Daniel Rudisha, miembro del equipo de relevo largo que se proclamó campeón olímpico en México 1968.
Aparte de los genes, ha tenido una buena formación: su tutor es el hermano Colm O’Connell, misionero irlandés que aterrizó en Kenia como profesor en los años 70 y terminó convirtiéndose en el instructor de grandes atletas kenianos, como Wilson Kipketer, otro de los grandes nombres de los 800 metros.
Sexto de siete hermanos, este masai probó con el decatlón antes de que el hermano O'Connell le recomendara probar suerte en la carrera que le ha dado la gloria.
La lluvia ha sido un factor determinante en sus derrotas: ocurrió en el Mundial de Berlín 2009, cuando quedó eliminado en semifinales, y en un mitin de Milán en 2011, cuando cayó a manos de un rival de 17 años, Mohammed Aman, al que un año después apabulló en Londres.
«Con lluvia es muy difícil calentar», dice el considerado «orgullo de África». Salvo tormenta tropical en Río, Rudisha volverá a sentirse muy favorito.
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