Para tirarse a la piscina tampoco le importó que su físico no encajase con lo que dictan los cánones del deporte acuático. Habte luce un notable sobrepeso para ser un nadador olímpico, lo que ha centrado mucha atención extradeportiva sobre su figura en las primeras jornadas de Río 2016.
Habte, de 24 años, participó en las series de los 100 metros libres. Su billete para Río de Janeiro llegó gracias a las invitaciones de la FINA, la federación internacional de natación, a los países con menos representación en este deporte. El resultado de Habte en su serie fue el esperado: terminó último (de tres participantes), media piscina por detrás de sus rivales.
La marca de Habte (1:04.95) fue 17 segundos más lenta que la del australiano Chalmers, mejor tiempo de las series, y el etíope fue el único nadador en superar el minuto para completar los 100 metros. Su actuación recordó inevitablemente al legendario Eric Moussambani, el guineano que se hizo famoso en los Juegos de Sydney.
Tras su carrera, Habte explicó que su mejor marca (59.08) es mucho más rápido que la que consiguió en la competición olímpica, pero que los entrenamientos matinales le habían dejado demasiado cansado. Pero Habte también explicó que la marca, el resultado, no podía importalre menos. «Soy muy feliz porque es mi primera competición en los Juegos, así que doy gracias a Dios», declaró tras la prueba.
«Cada día, todo el mundo cuando se levanta en Etiopía, lo que hace es correr, no nadar», explicó. «Pero yo no quería correr. Yo quería ser un nadador. No importaba donde acabara». En la competición deportiva más exigente, el sueño de Habte, que asegura que no tiene intención de seguir compitiendo, recuerda que el deporte no se acaba en el cronómetro
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