Le correspondió a Brasil la responsabilidad de estrenar los primeros Juegos en Suramérica. Y Río 2016 asumió el reto con una ceremonia de inauguración colorida y musical. Un acto de una hora antes del desfile de los deportistas para presentarse al mundo del deporte y dejar buen sabor de boca en los espectadores.
Los organizadores del espectáculo bucearon en los orígenes de la nación para escribir un guión que remarcaba la unión del país con la naturaleza que lo vio surgir. Desde los indígenas que poblaron el territorio y trataron con la naturaleza hasta crear una simbiosis que se refleja hoy en la ciudad de Río, en una mezcla amable entre mar, montaña y civilización.
En un montaje colorido y salpicado de fuegos artificiales, la historia del país fue avanzando por el escenario de Maracaná. No obstante, la población, cada vez más numerosa por las bondades de la tierra, tuvo que crear su propio espacio.
Llegados de Europa, África y Arabia, Brasil se convirtió en lo que hoy es. Así se conformaron las metrópolis cariocas, construcciones que fueron «levantándose» en el escenario a través de una proyección de vídeo artístico y que culminaron en la presentación del skyline más representativo del país, las favelas.
La música, presente en todo momento, mostró también la diversidad con la que cuenta Brasil. Así, el himno del país fue interpretado por Paulinho da Viola, en una actuación con guitarra acústica que levantó el orgullo de la grada. En una fiesta de la diversidad, la ceremonia también celebró los diferentes estilos que forman parte de la idiosincrasia del país. Entre las más destacadas, la bossa, con la que Brasil se presentó al mundo.
Y para alegría de la grada, sonó «La chica de Ipanema», un icono que rendía tributo a Tom Jobim, con su rostro reflejado en el escenario. La chica de Ipanema no fue otra que la modelo Gisele Bundchen, que se retiró de las pasarelas el año pasado, pero decidió que esta ceremonia de inauguración era un buen momento para un último desfile en el que demostraba lo unida que está a su país.
Tras la calma de la chica de Ipanema, llegó el momento de la cultura más popular, la surgida del pueblo, de las zonas más pobres del país, las favelas.
La metrópolis se volvió entonces de llamativos colores, sonidos pegadizos y rápidos movimientos de baile. Elementos que «provocaron» una «guerra de bandas» entre diferentes barrios de favelas.
A partir de ahí, la «guerra» se intensificó y el escenario se llenó de 1.500 bailarines que interpretaron los diferentes movimientos del gran país. «Busquemos las similitudes y celebremos la diferencia», gritó la presentadora del evento.
Uno de los mensajes que los productores de la inauguración quisieron dejar claro aprovechando la oportunidad de que el mundo miraba hacia Maracaná. Pero no fue el único, pues la última parte del antes del desfile de los atletas se dedicó a un problema planetario en el que están inmersos todos los países: el cambio climático.
Uno de los detalles de esta ceremonia es que a todos los deportistas se les entregó una semilla para que plantaran un árbol autóctono de la región. Las 11.000 semillas repartidas crearán el Parque de los Atletas en Deodoro. Un legado de estos Juegos a la ciudad de Río.
«El mejor lugar del mundo es este, y ahora»
Después de dos horas de desfile de atletas, entre los que se contó a una delegación española eufórica con un emocionado Rafa Nadal como abanderado, la fiesta de inauguración comenzaba su recta final. Tras la tremenda ovación que Maracaná regaló al equipo anfitrión, los aros olímpicos se formaron en el centro del escenario y se proyectaron en el cielo tras una nueva serie de fuegos artificiales.
Algunos pitidos se escucharon cuando Carlos Nuzman citó al Gobierno, pero pronto se convirtieron en aplausos cuando su discurso se dirigió hacia el orgullo de Brasil por acoger esta cita.
«El mejor lugar del mundo es este, y ahora. Nunca desistimos, es la fuerza del pueblo. Permanezcamos unidos cuando las diferencias supongan un reto. Hoy, el mundo es carioca. Río está listo para hacer historia», indicó el presidente del comité organizador.
En su turno, Thomas Bach se acordó de dar la bienvenida al equipo de refugiados, una frase que hizo levantarse al estadio de Maracaná.
«Vosotros estáis enviando un mensaje de esperanza a los millones de refugiados del mundo». Palabras que dejaron paso al último discurso, el que expresó Kip Keino, atleta keniano ya retirado que recibió el premio Laurel Olímpico, en su primera edición.
Una mención especial a quien haya contribuido a proteger los valores olímpicos y la paz a través del deporte.
El presidente en funciones de Brasil, Michel Temer, y con un atronador abucheo, dio por inaugurados los Juegos Olímpicos de Río 2016 y la bandera olímpica hizo entrada en el estadio de Maracaná portada por Emanuel Rego, jugador de voleibol, Marta Vieira, futbolista, Rosa Celia Pimentel, cardióloga, Sandra Pires, jugadora de voleibol, Ellen Gracia, primera mujer presidenta de la Corte Suprema de Brasil, Oscar Schmidt, jugador de baloncesto y el atleta Joachim Cruz.
Vanderlei, el último relevista
Respeto máximo por el himno olímpico y por el juramento de deportistas, árbitros y entrenadores. Y a ritmo de samba cantada por Caetano Veloso, Gilberto Gil y Anitta, Maracaná volvió a convertirse en un carnaval multicolor para recibir a la llama olímpica.
Un emocionado Guga Kuerten entró en el estadio para hacer el antepenúltimo relevo. Se la prestó a Hortencia Marcanci y esta, a Vanderlei Cordeiro de Lima. El maratoniano, bronce en Atenas 2004, fue el encargado de encender el pebetero, que elevó la llama hasta el Caldero de Río 2016. La fiesta finalizó con un impresionante espectáculo de fuegos artificiales que iluminaron Río por una noche y que permanecerá así hasta el día 21 de agosto.
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