"Todavía no me puse a pensar que ya soy olímpica", le dijo Virginia .
Virginia Bardach estará en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.
“Lloré mucho, como un bebé”, confieza una voz con inconfundible acento cordobés desde el otro lado del teléfono. Es la voz de Virginia Bardach, quien, todavía emocionada por la jornada que vivió el miércoles en el Campeonato Sudamericano de Asunción, charló a la distancia sobre el mejor momento de su carrera. “Fue una jornada soñada, se me dio todo.
Estoy muy feliz.
Aunque la verdad, todavía no caigo, todavía no me puse a pensar que ya soy olímpica ”, reconoció la nadadora argentina de 23 años, que en el primer día de competencia en la capital paraguaya ganó el oro en los 200 metros medley, con un nuevo record argentino -rompió la marca vigente de su hermana Georgina-, y se aseguró su lugar en Río de Janeiro 2016, los primeros de su carrera.
"Venía nadando y entrenando muy bien y sabía que en algún momento, tenía que salir esta marca. Pero hacía mucho que la estaba buscando y no salía; y yo estaba un poco molesta. Pero el miércoles no me tiré pensando en marcas, me tiré simplemente a nadar.
Y cuando llegué, exploté. Hubo muchísima emoción por todo lo que costó conseguir este tiempo", analizó la cordobesa, que logró la cuarta plaza de la natación argentina para la cita olímpica de agosto.
En Asunción, Virginia se colgó el oro con una marca de 2m13s46 y superó los 2m14s45 que había establecido Georgina en 2009. Aunque para la más chica de las Berdach, lo más importante fue haber sacado pasaje a Río. "Fue especial por haber roto la marca de mi hermana, fue lindo que el record haya quedado en familia.
Pero ese nunca fue un objetivo . No era algo que me interesaba particularmente. La emoción fue más que nada por la clasificación a Río.
Ese era un sueño. Georgina me dijo desde siempre que ir a un Juego Olímpico es lo más lindo que te puede pasar como atleta y que vivir esa experiencia es algo único", aseguró la cordobesa.
Virginia tenía sólo 12 años cuando su hermana mayor marcó un hito en la historia de la natación argentina al ganar la medalla de bronce en los 400 metros medley en los Juegos de Atenas 2004, uno de los cuatro que disputó.
Y no fue fácil para ella intentar hacerse de un nombre propio en este deporte. "Antes, cuando era más chica, sentía mucha presión por el apellido, por lo que significó Georgina. Pero fui aprendiendo a vivir con eso. Ahora de más grande lo voy manejando mejor, me acostumbré", explicó.
Mucho debe haberla ayudado el apoyo y la contención de su familia -además de Georgina, papá Jorge, mamá María Adela y sus otros dos hermanos, Jennifer y Nacho-, que disfrutó la victoria en Asunción casi más que ella misma.
"Todos estaban muy emocionados.
Mi mamá y mi papá están acá, así que pude festejar un poquito con ellos.
Con los otros, a la distancia. Yo no agarré el celular cuando terminé de nadar, lo miré recién cuando terminó la jornada.
Y como a las dos horas de la carrera, vino mi papá y me dijo: "Atendé a tu hermana que está pesadísima y quiere hablar con vos". Era Georgina, que seguía llorando. Mi otra hermana creo que está llorando todavía. Y mi hermano también, de él me sorprendió más", recordó entre risas la cordobesa.
Con tanta felicidad y con el resto del Sudamericano por delante -en pruebas individuales, aún debe correr los 200 y 100 mariposa y los 400 medley, en la que buscará la marca para Río-, es lógico que aún no haya pensado seriamente en lo que vivirá en agosto.
"Los Juegos están lejos todavía.
Ya habrá tiempo para concentrarse en eso y plantearse expectativas. Supongo que tendré que entrenar mucho más. Por ahora, estoy muy contenta porque nos están saliendo las cosas y cumplimos el objetivo de la clasificación", aseguró Virginia, que en Río escribirá un nuevo capítulo en la leyenda olímpica de los Bardach.
Georgina Bardach
"Me emocioné más que cuando gané mi medalla".
Cuando me enteré que Virginia consiguió la marca olímpica, no lo podía creer. No porque pensara que no era capaz de lograrla. Yo siempre supe que podía conseguirla, pero ella parecía que no lo creía.
Hace poco la vi entrenarse en Buenos Aires y le dije que no entendía cómo no estaba haciendo una marca mucho mejor de la que tenía. Veía sus condiciones y no entendía por qué ella no creía lo que podía ser capaz de hacer. Y me daba mucha impotencia que desperdiciara tanto talento.
Creo que ella siempre nadó con la mochila de ser “la hermana de” y con esa sensación o esa necesidad de tener que demostrar algo.
Por eso me emocionó mucho lo que consiguió en Asunción. Dos horas después de enterarme, seguía llorando. Estaba más emocionada que cuando gané mi medalla en Atenas, por todo lo que significa para ella.
A partir de ahora, va a ser otra nadadora la que se tire a la pileta. Va a ser Virginia y no “la hermana de”. De cara a los Juegos Olímpicos, le diría que siga entrenándose, porque si entrenaste bien, te va a ir bien. Y en el momento de tirarse al agua, que lo disfrute.
Pero también le daría un consejo que siempre me daba mi entrenador: que vaya a competir. Nosotros estamos acostumbrados a festejar la clasificación a un Juego y nos quedamos con eso, pero no hay que conformarse. Hay que ir a competir.
Técnica y físicamente, Virginia es excelente. Es una de las mejores nadadoras que vi y tiene el biotipo perfecto para la natación, pero hasta hace un par de años le faltaba trabajar como lo está haciendo ahora.
Hoy está en un gran momento y tiene muchísimo potencial y mucho para seguir creciendo. Aunque yo la sigo viendo como mi hermanita. Me siento orgullosa de lo que está haciendo y de que esté disfrutando la natación.
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